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Asked by angela775 @ in Ciencias Sociales viewed by 425 People
Pero arreciaba la violencia de la lucha política, cada vez más organizada desde arriba pero también
con cada vez mayor variedad de participantes espontáneos desde abajo. Gamonales de pueblo,
terratenientes, pequeños propietarios,
mayordomos de haciendas de latifundistas
ausentistas, peones jornaleros reunidos en
pandilla, comerciantes, transportadores. Y, cada
vez más, la policía. O mejor, las policías, que en
la época no estaban unificadas nacionalmente,
sino que eran municipales y departamentales y
por eso dependían de las ferozmente politizadas
autoridades locales, o de ellas mismas. Si bien a
escala de veredas y municipios los liberales
empezaron a montar también una violencia de
resistencia, a escala del país el Partido Liberal
oficial se esforzaba todavía por preservar o
recuperar la paz. Gaitán, ya para entonces su jefe
incontrovertido, encabezó en la tarde del 7 de
febrero de 1948 en Bogotá una multitudinaria
“Marcha del Silencio” de decenas de miles de
manifestantes para pedirle al presidente Ospina
“paz y piedad para la patria”.
Habló Gaitán, “bajo un silencio clamoroso”, en una
breve “oración por la paz” cortada por largos y
elocuentes y solemnes silencios, para advertirle al
gobierno que esa aparente pasividad del Partido Liberal no era indicio de amedrentamiento: “estas
masas que así se reprimen también obedecerían la voz de mando que les dijera: ejerced la legítima
defensa”. Y terminó diciendo: “Malaventurados los que en el gobierno ocultan tras la bondad de las
palabras la impiedad para los hombres de su pueblo, porque ellos serán señalados con el dedo de la
ignominia en las páginas de la historia”.
La respuesta vino dos meses más tarde, el 9 de abril de 1948: mataron a Gaitán.
Y a continuación el mismo pueblo liberal disciplinado de la marcha del silencio estalló en un apocalipsis
de destrucción que en la historia latinoamericana se conoce con el nombre de “El Bogotazo” y en la de
Colombia con el de “Nueve de Abril”. Había dicho Gaitán: “A mí no me matan, porque si me matan no
queda piedra sobre piedra”.